El próximo 14 de Septiembre, la Iglesia de Córdoba estará de fiesta. Ese día llegará la tan esperada beatificación del Venerable JOSE GABRIEL DEL ROSARIO BROCHERO. Nuestro Cura Gaucho.
El “Cura de los Pobres” donó su vida, su tiempo y sus esfuerzos en bien del progreso material y espiritual de los suyos. Trabajó para que pudieran “salir de la pobreza en que viven” y no quedaran sumidos en “penuria espiritual, con hambre canina en el alma”. Con este n construyó escuelas, capillas, la casa de ejercicios espirituales, caminos, y tantas otras obras. Que su testimonio nos encienda, para que desde nuestra condición de discípulos misioneros podamos como él impulsar caminos efectivos de promoción humana y solidaridad, y como Iglesia asumamos el compromiso de la opción preferencial por los pobres.
Compartimos a continuación algunos testimonios de gente que lo acompañó durante su misión.
Brochero se dedicaba a todos por igual, pero especialmente los pobres eran sus preferidos, porque lo necesitaban más. Les facilitaba ropas, abrigo, alimentos y cualquier otra cosa que estuviera a su disposición. Todo lo quería para los otros, nada para sí, para los pobres y las Hermanas…
Quiso siempre vivir con lo elemental sin requerir nada en especial para sí; se despojaba de todo lo que tenía, se olvidaba totalmente de sí para dar a los demás. Decía mi padre que la hermana del Señor Brochero le pedía dejara algo para sí, pero él entregaba todo a los demás.
De carácter alegre y comunicativo, franco como un niño, está siempre dispuesto a servir a todo el mundo, tanto al rico como al pobre, al bueno como al malo. Su mano siempre está abierta cuando se trata de socorrer alguna necesidad…Brochero es pobre pudiendo ser el más rico.
Al sol y viento, a la cabeza de sus feligreses, recorría los valles y las montañas en busca de elementos para las construcciones de su parroquia. O ya solitario, se lo veía ir en ayuda de algún pobre enfermo que necesitaba el supremo consuelo para su alma. Por eso, su cara tostada adquiría el calor de la mejor condecoración que podía otorgársele.
Para mí, era un santo. Era un hombre abnegado y capaz de hacer cualquier sacrificio para hacer el bien. Sacrificaba su tiempo y dinero en bien de los pobres. A un agente de policía que cumplía con su deber, cerca de su casa, le facilitaba su poncho para resguardarse. Su sueldo de canónigo lo distribuía íntegramente a los pobres.
Nos dice el P. Brochero
“Miremos a Jesús, Salvador del mundo, que en un sitio humilde, junto al templo de Jerusalén, está sentado, y con un modo suavísimo llama y convida a que le sigan.
Miremos qué amable es su semblante sobre todas las bellezas del mundo. Es su frente reside la Majestad, pero humilde. En sus ojos reina la alegría, pero modesta. De sus labios destila la dulzura, pero no empalaga. De sus manos salen las gracias, pero sin interés. En suma, él es todo deseable. Convida de un modo suavísimo, con palabras dulcísimas a seguirlo: Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, que yo les daré descanso. Tomen mi yugo y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, porque mi yugo es suave y mi peso liviano.
Es verdad que Jesucristo también impone a sus seguidores leyes al parecer muy duras: niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el negarse a sí mismo implica una renuncia completa de todos los placeres del sentido, un abandono de las riquezas superfluas, y un desprecio de los vanos honores. Pero el tomar la cruz es una preparación del ánimo para tolerar la pobreza de espíritu y la humildad de corazón.
Es verdad, mis amados, que nos muestra el estandarte de la cruz, pero justamente nos avisa que en la cruz está nuestra salvación y nuestra vida, que en la cruz está la defensa de nuestros enemigos y la gracia de las consolaciones celestiales; que en la cruz se halla la fortaleza del corazón, el gozo del espíritu, la perfección de las virtudes y la esperanza de la bienaventuranza eterna: Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”.
“Yo me he considerado siempre muy rico,
porque la riqueza de una persona no consiste en la multitud de miles de pesos que posee,
sino en la falta de necesidades, y que yo tengo muy pocas,
y éstas me las satisface Dios por sí mismo,
y las otras por medio de otras personas,
como son las relativas a la vista, las relativas a vestirme y prenderme…”
“He quedado tan ciego que por suerte veo la luz del día…
Para ir yo a tu casa necesito dos cosas:
1º que las Esclavas me prestasen todos los elementos para decir la Misa en mi pieza,
y 2º adquirir unos cuantos pesos – o que tú me ayudes con algunos –
para atender las necesidades de los pobres que irán a pedirme que las surta…”
J. Gabriel Brochero
En Oración y Acción de Gracias por la pronta BEATIFICACIÓN del Venerable José Gabriel del Rosario BROCHERO