Jubileo de la Merced (1218 -2018)
Los tres años previos al 2018 servirán como marco preparatorio del ambiente festivo y agradecido de la Orden de la Merced en el Octavo centenario.
El segundo año del trienio preparatorio, el 2016, estará dedicado a Nuestra Madre de la Merced, principio, fundamento y cabeza de nuestra orden, el mismo dio inicio el 17 de enero de 2016 y concluirá el 17 de enero de 2017.
Los mercedarios tenemos como maestro y modelo a Cristo Redentor y veneramos a María como Madre de la Merced.
Origen de la Merced
“Dios, Padre de misericordia, ha visitado y redimido a los hombres, ofreciéndoles por Jesucristo el don de su amistad y enriqueciéndolos con la libertad de hijos. De modo semejante ha querido suscitar en la Iglesia hombres y mujeres que, guiados por el espíritu redentor de Jesucristo, visiten y liberen a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentran en peligro de perder su fe.
Para llevar a cabo esta misión, impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos, con la participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou.
Por la confirmación del Papa Gregorio IX, el 17 de enero de 1235, la Iglesia testificó la acción del Espíritu Santo en la fundación de la Orden; la ratificó en la práctica de la regla de San Agustín; le dio carácter universal incorporándola plenamente a su vida y sancionó su obra como misión en el pueblo de Dios.”
Espíritu y Misión
Por su intervención en el principio y vida de la Orden que lleva su nombre, los mercedarios llaman a María MADRE DE LA MERCED y la veneran como inspiradora de su obra de redención. Ella es la madre de los cautivos a los que protege como hermanos queridos de su Hijo, y es igualmente madre de los redentores al ofrecer libertad a los cautivos. Por su entrega en favor de los cautivos y su vida de servicio a la Orden que ha fundado, San Pedro Nolasco es para ellos el signo más cercano del amor redentor de Jesús y el realizador más perfecto de la obra liberadora de María. Por eso procuran imitar su vida, continúan su acción dentro de la Iglesia y lo veneran como Padre.
El espíritu mercedario supone fundamentalmente el descubrimiento de Cristo que continúa padeciendo en los cristianos oprimidos y cautivos, expuestos a perder su fe… y ponen su compromiso de caridad, poniendo su vida al servicio de estos hermanos para que vivan la libertad de los hijos de Dios.
Para cumplir esta misión se consagran a Dios, con un voto particular, prometen dar la vida como Cristo la dio por nosotros, si fuese necesario, para salvar a los cristianos que se encuentran en extremo peligro de perder su fe, en las nuevas formas de cautividad. Estas nuevas formas de cautividad constituyen el campo propio de la misión mercedaria, y se dan en una situación social con las siguientes características:
- es opresora y degradante de la persona humana
- nace de principios y sistemas opuestos al evangelio;
- pone en peligro la fe de los cristianos; y
- ofrece la posibilidad de ayudar, visitar y redimir a las personas que se encuentran dentro de ella.
El mundo entero debe sentirse invitado a celebrar y compartir, junto a la Orden de la Merced, la gran acción de gracias por los dones recibidos del Señor y de nuestra Madre Santísima de la Merced a lo largo de estos 800 años de vida y servicio redentor en favor de la fe y la libertad amenazadas.
Oración a María de la Merced
María, Madre de la Merced,
Tú has experimentado como nadie
la misericordia del Padre,
y has participado en su manifestación
mediante el sacrificio de tu corazón al pie de la cruz.
Tú, interviniste en una noche de la historia
a favor de los cristianos que sufrían cautividad
y se encontraban en peligro de perder su fe.
Y hoy sigues haciendo presente el amor de Dios
entre los hombres,
los que sufren, los pobres,
los perseguidos, los oprimidos.
Escucha nuestras súplicas.
Rompe las cadenas que nos atan
y nos impiden ser libres
y conviértenos en redentores y liberadores,
para que llenos del amor de CRISTO,
dediquemos nuestras vidas
a promover la verdadera libertad
y dignidad de los hombres,
aquella que permite la comunión con el Padre
y la fraternidad con CRISTO y los hermanos.
AMÉN