La cuadriparesia espástica que padece desde que nació nunca le impidió sortear desafíos. Estudia en la Universidad Provincial, donde le costearon un novedoso sistema informático.
«Algunas veces, cuando todo se hace demasiado complicado, comienzo a decirme a mí mismo: ‘Dani: ya está. Tirá todo. Ya hiciste demasiado’. Pero ahí nomás siento una voz interior que dice: ‘Dale, comenzá de nuevo, comenzá de nuevo’. Y comienzo de nuevo. Una vez más comienzo de nuevo».
La vida nunca fue fácil para Daniel Cortez, quien hoy tiene 19 años y enormes dificultades motrices por la parálisis cerebral (cuadriparesia espástica) que padece desde que nació. Pero el tamaño de las dificultades es proporcional a la magnitud de su voluntad y de su tesón.
No puede movilizarse por sus propios medios y controla muy pocos movimientos. Su amplio léxico, reflejo de su inteligencia, se destaca tanto como el esfuerzo que hace para hacerse entender. Y cuando se le presta atención, se le entiende cada palabra; cada profunda palabra. Es que Daniel no habla por hablar. Habla para decir algo profundo o para hacer reír. No puede caminar, y a pesar de que podría manejar sin inconvenientes una silla de ruedas mecanizada, el trámite para conseguirla se demora en el Apross.
Por eso siempre ha necesitado de alguien que le empuje la silla. Cuando el transporte que lo busca en la casa de sus padres en Juárez Celman, por ejemplo, lo deja en la fundación Inclubyte para capacitarse en inclusión. O cuando lo deja en Aditi, donde hace rehabilitación. O en la Universidad Provincial de Córdoba (UPC), donde ahora estudia Diseño Gráfico y Publicitario.
Desafíos grandes
“¿¡Diseño gráfico!?”, le preguntaron espantados sus padres Jorge y Adriana, hace dos años atrás, cuando Daniel les dijo lo que deseaba estudiar.
“Él siempre asumió desafíos grandes”, relató Jorge, el papá. “Cada cosa, cada logro le ha costado mucho esfuerzo. La escuela primaria, la secundaria. Por eso tratamos de disuadirlo cuando nos dijo que quería seguir Diseño Gráfico, una carrera que le iba a reclamar habilidades motoras que nos parecían inalcanzables”.
Sin embargo, como hace siempre, Daniel comenzó otra vez. Como hizo cuando tenía seis años y tuvo que aprender, con la ayuda de sus padres, de sus maestras, y de dos estudiantes de ingeniería muy serviciales, a utilizar un raro artefacto tecnológico para escribir en computadora. O como hizo cuando las exigencias del secundario reclamaron un cambio de sistema informático, y el ingeniero Luis Campos, de Buenos Aires, le diseñó otro artefacto que se accionaba con el mentón.
De una forma o de otra, Daniel estudió, trabajó, cumplió con cada exigencia y aprobó con notas muchas veces sobresalientes. En 2008 resultó profética la frase que Liliana Tariglia, la directora de Las Mercedarias, dijo en una nota con este diario sobre la hazaña de aquel pequeño: “Es un chico que intelectualmente no tiene límites; si lo desea puede seguir una carrera universitaria”.
Hace un año y medio, Daniel entró en la universidad. La comunidad del Instituto Spilimbergo, de la Facultad de Arte y Diseño, lo acogió como si siempre hubiera estado allí. “Nosotros aprendemos de él”, coinciden Isabel Bohorquez, rectora de la UPC, y Daniel Artaza, secretario de Asuntos Estudiantiles, quienes se interesaron de manera particular en el caso.
Más temprano que tarde, varios advirtieron que cumplir con todo le estaba exigiendo a Daniel más de lo que le permitía el mecanismo que venía usando. El diseño de precisión que realizaba con movimientos de mentón le generaba dolores en la columna vertebral.
Animados por el propio estudiante, la solución no fue bajar la exigencia, sino mejorar la aplicación informática. Entonces con la asistencia de la UPC, que puso los 10 mil pesos que costó el nuevo sistema, la familia Cortez se contactó con el ingeniero Campos. El miércoles pasado Daniel estrenó nueva aplicación. Volvió a comenzar de nuevo. Ese mismo día rindió un parcial con 9. “No quiero ser una carga –dijo–. Me queda un largo camino, pero lo voy a lograr porque no estoy solo”.
Tecnología informática
Fuente: Nota publicada en LaVoz del Interior
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/las-ganas-de-daniel-nos-contagian-todos